Yo quedándome con las ganitas de decirte
que es que me gustas mas que comer con los dedos.
Tu perdido en un mundo de bits, de bytes,
de modem, de router, ¡su puta madre!
y tan lejos de mi cama.
Otra vez quedas al otro lado del colchón
-El sexo lo complica todo
-¿Entonces que haces en mi cama?
Y decido que prefiero olvidarme de lo dicho
cuando tu mejilla se apoya en mi muslo
y tu barba acaricia mi piel;
y jadeo tu nombre solo a medias con esta mala memoria
que se alimenta del sudor de tu cuerpo.
Parece que otra vez se nos perdió la prudencia
y volvimos a desdibujar el limite en maltrechas madrugadas
cuando despisto mi sentido común y mi lógica
y me pinto tu olor hasta en las ojeras
y tu pecho es guerra y es calma.
Se nos ha ido la noche de las manos
y la coherencia de las bocas, cuando nos buscamos ansiosos,
cuando la premura nos desviste sin consecuencias
y el mañana no tiene relojes ni calendarios ni besos raros.
Pero de sobra conozco el día que cae a tus pies,
cuando el alba despunta a tu costado
y nuestras ropas tiradas son esquelas de lo que no es nada.
Yo me quedo con la melancolía de que nunca llegas a quererme,
tu con la impaciencia de los reproches no estipulados.
Tu cuerpo, hermoso, sigue desnudo junto a mi cuerpo,
me quedo con eso;
es lo poco que sabemos darnos.
Porque a canalla no te dejo ganarme
Y si me retas te subo la apuesta
Hasta donde quieras subir mi falda,
Hasta donde quieras subir tus manos;
Porque a canalla no te dejo que me ganes.
Soy reincidente y a veces hasta repelente
y es que eso no quita que cada noche no tenga en falta
boca y alma en mi cama.
Pero es que no me sale contarte campos de castilla,
aceituneros altivos, guerras que no he vivido,
marinerito en tierra yo.
No me sale contarte mi madre llorando en mi infancia,
mi padre yéndose de casa,
aquellos años de hospitales y diacepan.
De despertar dolorida en el suelo,
de costilla rota y mandíbula fisurada.
No me sale contarte que ya no se llorar
por mas que lo he intentado;
que me aburren los psicólogos
porque los muy cabrones se empeñan
en nunca decirme como ser feliz.
Soy reincidente y a veces hasta repelente;
por días empalagosa, moñas... ¿qué pesada, no?
Así que te voy a contar las ausencias de mi cama
y los centímetros de piel que aun no me besaron
por si te animas y aparcamos las tristezas
que yo te hago un hueco entre mis cicatrices
y tu me reinventas el día entre mis sábanas.
Y es que te quiero hacer correr por las rayas
del pantalón de mi pijama,
navegante insomne de mis sábanas,
conquistador del revés de mis rodillas
y amante entre mis piernas.
Capitán te voy a ordenar
del barquito de mi piel.
Porque un segundo de perderme en tus ojos
es una primavera sin paradas de metro.
Porque quiero llevar tu nombre escrito en la ropa
por si me pierdo, por si te pierdes
y tu pecho se vuelve llanura y tú horizonte;
y es que te voy a enseñar como anochece en tu cama mi piel
y partir de viaje contigo y tu boca,
pagar dos y gastarnos los tres.
Cuanta información de esta travesía;
si yo solo quiero quedar donde nos den tus pausas y mis miedos
sin guardar ticket de vuelta,
sin tener opción a echarte
de menos.
Menos mal que no me quedé esperando
a que se te gastaran los miedos,
a que te crecieran las ganas y las agallas,
a que en tu madurez aun te hicieras hombre;
menos mal que no esperé.
Porque mi teléfono calló y mi mail siguió vacío
y tu, absurdo, como solo tu lo eres,
con esas ganitas de verme que solo tu te guardas
y con esa cobardía a la que tan acostumbrada me tienes
sigues calladito en tu cama; vacía, inerte.
Tanto orgullo que calla tan poquita boca,
tanto ego que todo lo satura y abarca.
Así que si la cosa es de mentirnos
supongo que yo también me miento,
y te ignoro y te insulto
y me engaño diciéndome que ya no me acuerdo de ti,
y me pierdo en cada boca que me promete un naufragio.
Menos mal que tampoco tu me buscaste
- quizá también sea yo una cobarde-
no me habrías encontrado.
Esta prudencia del tiempo que nos pilló a contramano,
nos gastó las palabras sin preaviso
y el alfabeto murió al desuso en nuestros labios.
Una guerra en la que nos creíamos heroes
nos hizo martires, nos hizo víctimas
en bandos contrarios; mi corazón ajado.
Yo, que prometí gastarte el nombre de hacertelo santo,
tu, que jurabas morir bajo mi bandera y sobre mi cama
aquel tiempo insensato en que aún nos amabamos.
Esta guerra de sernos nos hizo víctimas
de nuestros despropósitos y absurdos actos,
nos hizo culpables de nuestros desaciertos;
nos hizo sádicos.
Nosotros, expertos en gastarnos la ropa
hoy nos quebramos la boca
de tanto que no nos contamos;
un hacer egoista, con demasiadas ganas
de ser tu yo, de ser yo tu y nunca nos
Esta guerra de sernos nos hizo tiranos
y a tu contienda, amor, soy el caído,
soy el difunto que nadie quedó velando.
Yermo mi pecho, mi corazón ajado.
que es que me gustas mas que comer con los dedos.
Tu perdido en un mundo de bits, de bytes,
de modem, de router, ¡su puta madre!
y tan lejos de mi cama.
Otra vez quedas al otro lado del colchón
-El sexo lo complica todo
-¿Entonces que haces en mi cama?
Y decido que prefiero olvidarme de lo dicho
cuando tu mejilla se apoya en mi muslo
y tu barba acaricia mi piel;
y jadeo tu nombre solo a medias con esta mala memoria
que se alimenta del sudor de tu cuerpo.
Parece que otra vez se nos perdió la prudencia
y volvimos a desdibujar el limite en maltrechas madrugadas
cuando despisto mi sentido común y mi lógica
y me pinto tu olor hasta en las ojeras
y tu pecho es guerra y es calma.
Se nos ha ido la noche de las manos
y la coherencia de las bocas, cuando nos buscamos ansiosos,
cuando la premura nos desviste sin consecuencias
y el mañana no tiene relojes ni calendarios ni besos raros.
Pero de sobra conozco el día que cae a tus pies,
cuando el alba despunta a tu costado
y nuestras ropas tiradas son esquelas de lo que no es nada.
Yo me quedo con la melancolía de que nunca llegas a quererme,
tu con la impaciencia de los reproches no estipulados.
Tu cuerpo, hermoso, sigue desnudo junto a mi cuerpo,
me quedo con eso;
es lo poco que sabemos darnos.
Porque a canalla no te dejo ganarme
Y si me retas te subo la apuesta
Hasta donde quieras subir mi falda,
Hasta donde quieras subir tus manos;
Porque a canalla no te dejo que me ganes.
Soy reincidente y a veces hasta repelente
y es que eso no quita que cada noche no tenga en falta
boca y alma en mi cama.
Pero es que no me sale contarte campos de castilla,
aceituneros altivos, guerras que no he vivido,
marinerito en tierra yo.
No me sale contarte mi madre llorando en mi infancia,
mi padre yéndose de casa,
aquellos años de hospitales y diacepan.
De despertar dolorida en el suelo,
de costilla rota y mandíbula fisurada.
No me sale contarte que ya no se llorar
por mas que lo he intentado;
que me aburren los psicólogos
porque los muy cabrones se empeñan
en nunca decirme como ser feliz.
Soy reincidente y a veces hasta repelente;
por días empalagosa, moñas... ¿qué pesada, no?
Así que te voy a contar las ausencias de mi cama
y los centímetros de piel que aun no me besaron
por si te animas y aparcamos las tristezas
que yo te hago un hueco entre mis cicatrices
y tu me reinventas el día entre mis sábanas.
Y es que te quiero hacer correr por las rayas
del pantalón de mi pijama,
navegante insomne de mis sábanas,
conquistador del revés de mis rodillas
y amante entre mis piernas.
Capitán te voy a ordenar
del barquito de mi piel.
Porque un segundo de perderme en tus ojos
es una primavera sin paradas de metro.
Porque quiero llevar tu nombre escrito en la ropa
por si me pierdo, por si te pierdes
y tu pecho se vuelve llanura y tú horizonte;
y es que te voy a enseñar como anochece en tu cama mi piel
y partir de viaje contigo y tu boca,
pagar dos y gastarnos los tres.
Cuanta información de esta travesía;
si yo solo quiero quedar donde nos den tus pausas y mis miedos
sin guardar ticket de vuelta,
sin tener opción a echarte
de menos.
Menos mal que no me quedé esperando
a que se te gastaran los miedos,
a que te crecieran las ganas y las agallas,
a que en tu madurez aun te hicieras hombre;
menos mal que no esperé.
Porque mi teléfono calló y mi mail siguió vacío
y tu, absurdo, como solo tu lo eres,
con esas ganitas de verme que solo tu te guardas
y con esa cobardía a la que tan acostumbrada me tienes
sigues calladito en tu cama; vacía, inerte.
Tanto orgullo que calla tan poquita boca,
tanto ego que todo lo satura y abarca.
Así que si la cosa es de mentirnos
supongo que yo también me miento,
y te ignoro y te insulto
y me engaño diciéndome que ya no me acuerdo de ti,
y me pierdo en cada boca que me promete un naufragio.
Menos mal que tampoco tu me buscaste
- quizá también sea yo una cobarde-
no me habrías encontrado.
Yo que venía ya advertida
por todos mis fracasos de antemano
y con el agravante de tu sonrisa.
Que siempre vengo con las medidas desmedidas
y al encontrarte gasté cualquier freno de mano,
cualquier residuo de lógica o coherencia
ignorando todo acto de cautela.
Cuanta estupidez se puede almacenar en metro setenta,
metro ochenta con estos zapatos.
Con cual celo te guardaba el nombre,
absurda de mi que no conozco ni tus labios.
Y es que aún creo que no invente, si no vi;
o puede que creí o imaginé
pero si estuviste a mis ojos y fuiste a mi,
y tus patitas de lobo pintadas de blanco
se colaron entre mis ganas y tu “no me mojo”.
Yo cansada de tanta tontería
me despeluso de esta hipocresía
y es que simplemente “no te gustaba tanto”.
Aún amenazas con que me llamaras algún día.
Si no te importa, cariño, te espero sentada;
discúlpame, es que con los tacones me canso.Esta prudencia del tiempo que nos pilló a contramano,
nos gastó las palabras sin preaviso
y el alfabeto murió al desuso en nuestros labios.
Una guerra en la que nos creíamos heroes
nos hizo martires, nos hizo víctimas
en bandos contrarios; mi corazón ajado.
Yo, que prometí gastarte el nombre de hacertelo santo,
tu, que jurabas morir bajo mi bandera y sobre mi cama
aquel tiempo insensato en que aún nos amabamos.
Esta guerra de sernos nos hizo víctimas
de nuestros despropósitos y absurdos actos,
nos hizo culpables de nuestros desaciertos;
nos hizo sádicos.
Nosotros, expertos en gastarnos la ropa
hoy nos quebramos la boca
de tanto que no nos contamos;
un hacer egoista, con demasiadas ganas
de ser tu yo, de ser yo tu y nunca nos
Esta guerra de sernos nos hizo tiranos
y a tu contienda, amor, soy el caído,
soy el difunto que nadie quedó velando.
Yermo mi pecho, mi corazón ajado.
(Escrito a razón de la canción de Malavé "Uno de nosotros")