jueves, 10 de noviembre de 2011

Septiembre - Diciembre 2011

Me pinté la boca de rojo
porque sabía que hoy tampoco ibas a besarme.
La pintura se deslizó despacio hasta la comisura
como un día lo hiciera tu lengua,
como intensa y lenta fue esa mirada
que se nos cruzó desde lados opuesto del salón.
Me pinté la boca de rojo
como el día que fui buscando revancha y te encontré a ti
con mi color de guerra marcándome el rostro
y la propia guerra marcándome el alma.
Y yo que aun conservo la pequeña afición
de jugar a caballo perdedor, a insultar de usted,
a pasear cuando llueve y calarme hasta los huesos
y rellenar ceniceros con tu recuerdo y mil colillas
mientras te escribo en mis versos.
Yo, que no se borrarme tu nombre del paladar
hoy me volví a pintar la boca de rojo,
hoy tampoco se olvidarme de ti.







El problema esta en no solo estar
no solo ser, permanecer impasible
a la rotación de las estaciones,
la sucesión de los días y las ausencias.
El problema no es sobrevivir 
es sobrevivirte.
El saber que los calendarios solo marcan tus faltas
y el tic tac no se detuvo en nuestras fracturas,
en los quiebros de una razón demasiado viciada.
El problema es no entender lo ya sabido
lo por tantas veces repetido
la ansiedad del no ser y la batalla perdida.
Sobrevivir fue una apuesta perdida
en la que no supe apostar.








Entre tu y yo dos espacios,
mi cordura y mi ansiedad.
Entre tu y yo dos tiempos,
los minutos desde que me falta tu boca,
los siglos que siempre me quedo añorándote.
Entre tu y yo dos tierras desiertas,
el vacío que se forma en mi colchón,
el yermo de unas manos que no acarician.
Entre tu y yo todo, siempre todo,
formando demasiados espacios,
demasiadas desesperanzas, demasiadas frustraciones.
Somos todo lo que fuimos pero con mas años y pereza,
somos masoquistas con demasiadas heridas que arañar
una pelea de perros, un salto al vacío sin esperanza.
Nuestra boca sabe a sangre de tantas veces que nos la devoramos,
que nos rajamos la lengua a verdades;
y aun así no podemos evitar quemarnos
pues nada prende mas que tu saliva en mi piel.
Este contrasentido de la razón mas pura
contra el vicio de tenernos cerca.






Tu nunca estas.
Siempre amenazas con tus modos y tu palabra
y la lengua se me encarna en la espera de tu tacto;
pero no llegas
                            
                                      nunca.






Y ahora que vas
a llamarnos flacos, a aplaudir al boca,
a perseguir minas con adornadas polleras,
a robarles tangos al amanecer
no nos veras
arropar  tu ausencia con un beso
“Nano, nano, oye esta canción”
No entendiste, boludo, que medio corazón
se me va contigo en la maleta
a tu Buenos Aires querido.
Y me dijeron
que había peores formas de sufrir
que echarte de menos
pero es lo que tiene la pena
que es egoísta y absurda.
y no mira de tiempos ni porcentajes,
ni de conveniencias,
ni de oportunidades.
Ahora tendré q escribirte
“flaco, flaco, te mando una canción”
y desearte lo mejor con la boca chica
y echarte de menos
todos los días.






Cuando me chapan los bares
y te echo de menos
y ando hasta el metro que aun no han abierto.
Cuando me llevo un cigarro a la boca
y la pereza vistiendo tu ausencia me llena el pecho
marco con el tac tac de los tacones
el recuerdo de tu mirada que no dejo de decir
y tus labios que no llegan nunca a pedir
quédate.








Tu duermes;
no se porque coño sigues en mi cama.
Duermes y el mundo calla en una madrugada opresiva
en la que los anhelos y la realidad se marcan con tu respiración.
Y yo aquí tumbada, insomne, con la total convicción
que con dos besos mas me enamoro;
aterrada, paralizada,
jodida como una perra.
Y tu duermes;
y el mundo calla
en una madrugada que se me antoja burlona,
hiriente y bastante lasciva.
No se porque coño sigues en mi cama.
Debiera sacarte a patadas
de entre mis sabanas y de mi cabeza
y a cambio, idiota,
solo sonrió irónica
siempre me pudieron las causas perdidas








No me mires así.
No me mires así porque bajo
y te robo la boca y me la como despacito
para que me dure un rato
y chuparme los dedos
y relamerme como los gatos.
No me mires así.
Mira que no he cenado
y me ruge el estomago, mas que de hambre de ganas
de saber como saben tus labios.
No me mires así,
mira que te tengo ganas,
mira que nunca fui muy precavida
ni pudorosa, nunca fui una mujer de bien.
Y tu me miras
y yo me olvido de la sala
y quiero bajarme del escenario para robarte los labios
guardármelos en el bolsillo
y comérmelos a pellizcos
entre cigarro y cigarro.

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