Venga,
ven a reinventarme los parámetros de tus labios,
a equilibrarme los sentidos de tus formas.
Venga, bésame.
Venga,
ven a jugarme los botones de mi falda
que los que nos sobren nos los apostamos a las damas.
Venga, bésame.
Que tu me miras
y yo me arremango hasta los versos
por querer besarte.
Que a tu ausencia
haces infinito los vértices de mi cama
colmada de mis anhelos.
Que tengo un reguerito de besos
que colgarte de la boca,
que me sobran ganas y me faltan palabras
e hice mi aduana del contorno de tu piel.
Venga, bésame.
Que tengo excesos de centímetros y prendas
y aún te queda por aprender del laberinto de mis piernas;
yo ganada la partida constante por la impaciencia.
Ven, quédate cerca, ven,
que te voy a guardar con celo para que no te me pierdas,
que te voy a hacer el amor hasta que me hagas la guerra.
Tu siempre seras tu
y yo siempre, así de idiota, yo.
Tu opositando a mi cama y a todas,
haciendo tablas, marcando taras,
llenando mi pereza de llagas
y yo siempre así de idiota;
reetiquetando de soberbia
la desnudez en tu mirada,
del graffiti en tu lengua
la palabra equivocada.
Yo quemando puentes,
tu queroseno, yo llama.
La ciudad arde y no entiendes
que no es cualidad que abarca mi celoYo quemando puentes,
tu queroseno, yo llama.
La ciudad arde y no entiendes
a ronronearte como las gatas
y hacerte cola para que me firme las bragas
Quizá uno de estos días le vengo a dar uso
a este orgullo tonto que tan poco gasto;
que ya ni me importa, Amor,
por bien conocer con quien me jugaba las cartas
Tu siempre seras tu
y yo siempre, asi de idiota, yo.
Y es que siempre me vengo a dar cuenta, tarde,
que tienes mas hermosa
la sonrisa que el alma
¿Quien diría que sería yo
quien te haría la guerra?
Aunque tampoco victoriosa, amor,
en esta contienda de gastarnos los labios
y olvidarnos los nombres.
Este masoquismo indocumentado
de tenerte lejos, de tenerte cerca;
esta trinchera abandonada de sus ejes,
la perpetua parsimonia de tu pereza y tus partidas
y a tus continuas ausencias
la transoceanía de tu cuerpo
¿Quien diría que sería yo
quien te haría la guerra?
Yo, eterna capitana de batallas perdidas,
Ulises sin tierra,
Penélope yerma.
Y hoy levantando fusiles,
iniciando contiendas;
al enemigo ni agua,
por el condenado no hay pena.
No victoriosa pero no vencida
¿Quien diría, amor, que sería yo
quien te haría la guerra?
Sencillamente mágico, lleno de sensualidad, visual y real... Vamos, que mientras lo leía he desabrochado mentalmente una falda... ¡Con eso te digo todo!
ResponderEliminarSi, mágico, y real
ResponderEliminarMuy bonito Gadea. un beso
ResponderEliminarPreciosos, nada me había llegado tan adentro desde los poemas de amor de Gloria Fuertes, me recuerdan mucho su estilo cotidiano e íntimo a la vez...
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus amables palabras, Fran; me han emocionado. Un beso!
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