lunes, 1 de agosto de 2011

Enero - Agosto 2011

Perra callejera soy,
guerra llevo en el pecho;
no te acerques demasiado pues a veces muerdo,
yo no lloro, sino ladro.
Tu caricia es la antesala del bozal y el amo,
de necesitarte en cada gesto
de añorarte a cada paso dado.
Rascándome pulgas de tu ausencia.
Perra callejera soy
yo no lloro, sino ladro.


  







El amor es efímero
tanto que a veces solo dura esta noche, el acabar la cerveza,
un beso robado y dos cedidos, un cigarro a medias.
Tan corto como una estación de cercanías,
el terminar por deshelar farolas y aceras.
Tan eterno que cabe en una mirada
que no lo contiene un corazón ni una maleta.
Tan perpetuo que a veces se gasta de excesos
como gasta las sabanas y los labios y una vez consumido
nada queda.







Me tienes enganchada
a tu boca y a tu piel, a las líneas que dibujan tu rostro,
con tu nombre pegado al paladar.
Me tienes colocada, drogada, extasiada,
una yonqui de tu mano acariciando mi espalda,
de mi clavícula húmeda bajo tu lengua
que hasta mi mono de tabaco lo aparco
y el hambre lo postergo.
Me tienes deseosa
de un nuevo beso y de nuevo tu persona
enterrado entre mis piernas o durmiendo junto a mi pelo,
robándome sonrisas y amaneceres.
Me tienes recelosa
de cada carencia y cada espera.
Aquí me hallo, querido,
rumiando tormentas, reciclando cicatrices,
confundida por tu hacer díscolo y errante
que no se define entre mi corazón o mi sexo.
Aquí me hallo, querido,
resucitando viejos sentimientos de incertidumbre
a los que nunca consigo resignarme.
Me tienes enganchada
a tu boca y a tu piel y a tu palabra que no llega
y a cada ansiedad de tu ausencia,
a esta enfermedad que te has vuelto













No hice todo este camino
para seguir echándote de menos,
para que tus silencios me hirieran como gritos.
Tu no lo pretendías, nunca lo pretendes,
nunca eres consciente del daño que causas;
que tus silencios son gritos, tus ausencias duelen.
Eres todas las muestras de mis fracasos
y nunca eres consciente.
Y tengo que ser yo la que siempre tome distancia
para no sufrir, para lamer mis heridas.
La que marque un eje, la que se posicione,
la que pide que no la hieras mas.
Tu no lo pretendías, nunca lo pretendes.
Eres un niño jugando, un sádico sin conciencia,
un observador de mi sufrimiento sin malas intenciones
No hice todo este camino
para seguir echándote de menos.
Ya me posicione, ya marque mi eje,
ya dije hasta cuando, hasta cuanto.
Todo este camino que recorrí tuvo un propósito,
una finalidad clara, una intención definida;
tenerte lejos, tenerme a salvo.











Mi teléfono parpadea y yo se que no eres tu
hace semanas que no eres tu,
pero aguardo unos minutos, manteniendo la expectativa
haciendo equilibrios entre la incertidumbre fingida
y la pereza de darme cuenta de tu pasividad y tu indiferencia.
Mi teléfono parpadea y otra vez; es publicidad
u otra vez mi madre que porque no la llamo, que donde ando,
una amiga que si nos vamos de cañas,
un viejo amante que porque no nos vemos.
Y yo llena de pereza no devuelvo llamadas;
arrastro fantasmas y pesados dedos sobre el teclado
consumo cigarro tras cigarro, frustración tras frustración
... y tu no llamas.
Las colillas se amontonan, los desengaños, las incertidumbres
y el suave parpadeo vaticina  los finales.









Mi bendita mala memoria
que me ayuda a olvidarte, a no echarte de menos a cada paso
hoy me hizo un flaco favor.
Mi bendita mala memoria,
que me despista direcciones, horarios y nombres,
me hace perder trenes y llegar tarde al trabajo,
me tenía bien acostumbrada
a no tener anclado en mi memoria tu recuerdo,
a desligar tu nombre de cada hacer.
Pero hoy bajo en Ventas y no se donde quedan los bares
ni a que hora quede con los amigos
ni de quien me dijeron era el cumpleaños
pero mis pies parecieran saberse tus calles de memoria,
mis sentidos te buscaron en los ecos de los zapatos;
y es que olvide borrar las yemas de tus dedos
- maldita mala memoria-
que rozaban al dormir mi costado.












Solo aprendí dos cosas en mi vida
y ninguna de utilidad,
quererte y hacer pompas de chicle
y lo primero lo olvide del desuso









He estado jugando a tu juego
he seguido todas tus normas, todas tus pautas,
espere en tus momentos y tus tiempos
y ya me canse de bailar la música que me tocabas.
Hoy me pondré tacones, me pintare los labios,
conoceré a un chico guapo, no demasiado listo
y esta noche no pensare en ti... no demasiado.
He estado jugando a tu juego
con el papel que me diste a jugar
pero tus normas son erráticas como tu persona
Y nunca lo dicho queda como cierto.
Hoy me pondré guapa y no iré a verte,
conoceré a un chico guapo que no me recuerde a ti
que sepa seguro si quiere meterse en mi cama
y gastarme la lengua y morderme los labios
y quemarse en mi cadera y reinventarse mi nombre
y con un poco de suerte
                    no me recordara a ti.








Mientras suena Astral weeks
Icaro decide seducirme con sus giros y miradas
hasta que se aburra y termine por arañarme.
El sol empieza a salir pero aun hace fresco
y yo enciendo otro cigarro cuando empieza a sonar sweet thing.
Realmente la vida a veces es sencilla y perfecta.








Supongo que si, hay muchos hábitos que fui perdiendo.
Dices que me despertaba antes que tu
desayunaba –ya me sorprende-
y escribía 3, 4 poemas mientras te esperaba.
Ahora los mediodías me saludan lánguidos,
será que nos hacemos viejos e irresponsables.
Supongo que si, muchas cosas cambiaron.
¡Era tan fácil partirme el corazón!
tampoco importaba demasiado
siempre había un nuevo bar, un nuevo amor,
otro cliché por gastar.
Era mas divertido llorar las penas contigo y Sabina
entre cigarros y sabanas de mas
que la sonrisa autosuficiente del chico que nunca llamó.
Supongo que si, algunas cosas necesitaban cambiar.
Las frustraciones, los cortes  y el suelo manchado de sangre,
tus excesivas adicciones para mi pueril amistad,
las manos temblando, los reproches innecesarios, “ahora no puedo”
un taxi cruzando Madrid demasiado tarde a ningún sitio.
Todo aquello que no se como contar,
todo aquello que no quiero recordar.
Supongo que si, hay muchos hábitos que fui perdiendo.










La gente no deja de decirme y yo solo quiero perderme y fumar
¿Dónde andas que no te vemos?
¡Joder, nena, que tetas tienes!
Pues  yo no se de que se quejan los del 15M
Te lo prometo, una caña y nos vamos
¿Tu no estas mas delgada?
Pues a mi el último de Rosenvinge me parece la hostia.
¡Pero que guapa estas!
Con lo que te quería tu abuelo
Bueno, titi, ya hablamos.
Hazme caso, esa película tienes que verla
¿Pero a las tias os gusta follar?
A mi es que la poesía no me dice nada
El tube overdrive de Ibánez promete, pero si es metal.
Metro de Madrid informa...
Coño Gadea, ¿me estas escuchando?
Y yo solo quería perderme
                                    y fumar
                                             y echarte de menos.






La tormenta empezó fuerte y caótica
pero hermosa; me recordó a ti.
En el aire aun se notaba la lluvia recién caída
y mi pelo y mis piernas desnudas seguían mojadas.
Tu me agarraste camino de ningún bar,
por fin deje de parlotear como una idiota;
tu me agarraste camino de ningún bar,
así de nuevo era ese beso, como tu boca húmeda,
con el sabor mezclado del mentol de tu mojito
y el agrio paladar de mi tabaco.
La lluvia llego de repente sin aviso
mas que unos pocos truenos que asustaron a los gatos
e hicieron parpadear las bombillas.
Tu boca era dulce y hambrienta,
mis manos tímidas y torpes, casi con desacierto,
cuando me agarraste camino de aquel bar sin nombre
al que nunca llegamos.










No quiero esperar dos días ni dos minutos,
quiero devorarte los labios hasta que nos quedemos sin aliento,
quiero llenar este cuaderno de poemas que hablen de ti,
que mi suelo se vista de tu ropa y mi aire de tu respiración.
Quiero verte ya y sacarme tu ansiedad del cuerpo;
buscarte, recorrerte y aprenderte,
que cada una de mis yemas lleve cada gesto tuyo.
No quiero esperar, no quiero tener que echarte de menos.
Te quiero con tus manos pegadas a mi cadera
con tus besos en mi cuello.
Ni dos días, ni dos minutos, no se esperarte,
no se agarrarme las ganas que te tengo de ver,
de llenarme la mirada del agua de tus ojos.
No se esperarte, me gana la impaciencia
de que estés cerca, muy cerca, a un cuarto de piel.