domingo, 24 de abril de 2011

Primavera 2010 - Enero 2011

Grité.
Grite porque no podía respirar y grité.
Grité porque me faltabas.
Grité porque todo era tu ausencia y era tan doloroso.
Me dolía el pecho, las manos, la boca;
y grité.
Grité.
Grite porque no podía respirar
para llenar de aire mis pulmones
en esta habitación cargada de frustración y melancolía,
y solo me quedo gritar.
Porque me dolía mucho.
Porque el dolor era demasiado;
y solo me dejaba gritar









Quizá hoy sea el día que dejemos de hacernos daño
¿entenderemos hoy que no somos amigos,
que no somos amantes?
Quizá entienda hoy que realmente si llegaste a quererme
yo que no me creía merecedora de amores.
Quizá tu entiendas que no me querías tanto
como querías engañarte, engañarnos.
No sabemos ser amigos, no sabemos ser amantes
y nunca aprendimos a amarnos sin hacernos daño,
sin ladrarnos, sin mordernos; como perros.
Aprendamos hoy que nunca nos fuimos suficiente
Y siempre demasiado.











El diacepan cae lentamente desde el gotero hasta mis venas.
Veintinueve de septiembre
“Mi madre siempre dijo que al separaros
aun te seguía queriendo pero tu a ella no”
No se porque saco esto a la luz ahora.
Demasiado valium, demasiado diacepan;
demasiada historia repetida.
Hoy es veintinueve de septiembre.
Mi padre suspira.
No es culpabilidad: es pesar de lo perdido, lo dolido.
Quizá tristeza por verme en una cama de hospital
hablándole cansada de los dolores del alma
“Descansa”
Hoy es veintinueve de septiembre.
El diacepan cae
                                     La lluvia empapa la calle












Para que olieras a calle, para que olieras a lluvia
Abrí todas mis ventanas.
Deje abiertos todos los balcones y las puertas
Para llenar de corrientes de aire
Mi corazón roto, tu alma herida, el hacer hiriente.
Para que los lavara de pasado.
Tu pasaste frio, yo sonreí pero no cerré las puertas
Para que entrara el aire a llevarse lo malo que fuimos
Lo terrible que nos hicimos, el daño sentido.
Para ventilar nuestras sabanas agitadas con nuevos besos
Que sabían desconocidos y familiares a la par.
Hasta la llegada de nuevas palabras, viejas palabras
que ningún viento, ninguna lluvia se pudo llevar;
demasiado pasado.
Yo pase frio, esta vez tu no sonreíste
No había nada por lo que sonreír.
Mi corazón roto, tu alma herida, el hacer hiriente
Y el olor a lluvia en las sabanas.










El desamor también puede nacer, o despertarse, según se prefiera
y crecer hasta consumirte de apatía y frustración
Querido, ya sabes, por nombrarte de algún modo
aunque a ambos ya nos sepa vacía la palabra,
el desamor come desaire e injusticia, come tristeza.
Te jodia que no pudiera vivir sin ti
ahora te jode q me divierta hacerlo, estúpido sádico,
masoquista de nuestras vivencias y desesperanzas.
Querido, tenemos buen sexo y malas conversaciones
y yo finjo que no me importa que nunca me hayas querido
y tu finges que nunca te quise para poder seguir viniendo a mi cama,
Querido sádico, aun no termino de entender si tu hacer
es por hipocresía o desconocimiento de mi dolor.
Querías que fuera fuerte, fui fuerte por ti, fuerte para ti,
querías que fuera independiente y no te necesite
y tu masoquista me tira de la falda a reproches cual niño mimado
¿que quieres de mi?¿que quieres de ti?¿que coño quieres?
Querido, ya sabes, por nombrarte de algún modo
ya no quiero jugar mas.










Como la hojarasca, se quiebra mi voz en la garganta
al hablarte, rompiéndose al llanto.
No supimos hacernos felices, no supimos querernos,
no con coherencia. Solo supimos hacernos daño
hasta dejarnos el alma encarnada en la piel,
la culpa y los pesares ahogándonos, asfixiándonos.
No supimos amarnos;
yo a ti menos, tu a mi más.
No supimos besarnos sin necesitarnos
sin querer arrancarnos las ropas y la piel,
quemándonos en el camino.
No supimos necesitarnos en la medida justa,
en el tiempo justo, de la forma adecuada,
el final adecuado.
No supimos hacernos felices
no fue porque no lo intentamos.









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